viernes, 25 de junio de 2010

La Madrasta de mi amigo Wong

Para poder comprender esta historia es necesario haber vivido en un país dictatorial con enormes restricciones para poder marcharse del mismo, como sucedió en la Alemania de Hitler, China, Rusia, en otros países del telón de hierro y en nuestro caso, Cuba.
Hace unos días me llamó mi amigo Wong que actualmente vive en Australia para comentarme la llamada que había recibido de su madrastra, ahora ciudadana de los EUA, de origen también chino como Wong y que ahora reside en New York.
La madrastra de mi amigo Wong habla poco inglés por lo que su fuente de información de noticias son los periódicos publicados en Nueva York en chino y el acceso que tiene a las programas de televisión que se emiten en Taiwan, Hong Kong, China y otros países vía internet.
Me contó mi amigo Wong que su madrastra estaba muy preocupada por la situación en los EUA y le pidió que solicitara un visado de residencia para ella en Australia.
Sorprendido porque ella no había querido abandonar los EUA desde que murió su esposo, le preguntó que sucedía. Ella le contestó que estaba muy preocupada por lo que estaba pasando en el mundo.
Ella había interpretado las noticias a las que había tenido acceso en la siguiente secuencia :
1º.- La prensa china de NY destacaba que en China se estaban devolviendo las tierras a los campesinos, revirtiendo la REFORMA AGRARIA, primera medida tomada por los comunistas cuando llegó Mao al poder en 1949.
2º.- Había leído que se estaban abriendo nuevos bancos privados en China y Rusia con capitales totalmente privados.
3º.- Había leído que se estaban creando miles de nuevas empresas privadas en ambos países.
4º.- Había leído que el gobierno chino se había comprometido a ofrecer información correcta a los inversionistas.
Por otro lado también había leído que:
1.- En los EUA donde reside, el gobierno estaba "nacionalizando" los bancos, probablemente por error de la traducción al chino al referirse al programa de inversión en los bancos.
2º.- Que las empresas de seguro, y muchas empresas industriales tendrían que ser también objeto de acciones por el gobierno.
3º.- Había leído que los gobiernos de los países occidentales habían establecido que la información de las empresas donde tenemos nuestras inversiones era CONFIDENCIAL Y SECRETA - Otra interpretación probablemente incorrecta por la traducción al chino de las medidas que permitirán a los bancos ocultar el valor real de sus inversiones.
Después de haber sufrido las nacionalizaciones de las propiedades de su familia en China y posteriormente en Cuba, la distinguida madrastra de mi amigo Wong se ha asustado tanto .... por experiencias anteriores .... que lo primero que se le ha ocurrido es:
PEDIRLE A SU HIJASTRO QUE COMIENCE LOS TRÁMITES PARA CONSEGUIRLE LA RESIDENCIA EN AUSTRALIA - ! POR SI LAS MOSCAS !.
Le he explicado a mi amigo Wong que su madrastra no tenía motivos para asustarse pues los países occidentales tenían medios para resolver estos pequeños problemas y que siempre recibiría información correcta de la prensa.
No creo haberle convencido totalmente, pues al final me dijo ! QUE POR SI LAS MOSCAS ! limitaría el saldos en cada banco a menos de 50,000 dólares en cada uno y además accedería a la petición de su madrastra de pedirle una residencia en Australia donde el también la tiene.
Como verán, mi amigo Wong y su madrastra no tienen motivo para estar tan asustados y el tiempo me dará la razón cuando les digo que NO TIENEN QUE PREOCUPARSE, aunque eso si, que limiten los saldos en cada banco.

Mi amigo “Wong”

En 1955, cuando comencé mis estudios de Contador Público en la Universidad de la Habana (no recuerdo si se denomina “Class of 1955” o Class of 1960”) formaba parte de un grupo de doce amigos que estudiábamos juntos y compartíamos las notas cuando alguno no podía asistir a clases, lo cual era sumamente práctico. Si trabajabas, podías limitar las “visitas” a la universidad con el mismo nivel de información, pues siempre asistía alguno que distribuía copias ( ya teníamos fotocopias, aunque húmedas en lugar de secas).

Un día se me acercó el único alumno descendiente del celeste imperio que teníamos en clase, para pedirme cortésmente que compartiéramos las notas con él, pues trabajaba doce horas al día y solo podía asistir algunos días a clases. Aunque no lo hacíamos normalmente, el grupo accedió a darles las notas a nuestro nuevo amigo.

Hasta 1958 no me encontré de nuevo con mi amigo Wong (el nombre lo he cambiado para proteger su derecho a la privacidad) quien me contó que su familia era muy unida y que en 1949 su padre decidió salir de China hacía Hong Kong con su esposa y sus seis hijos. Cerca de la frontera se encontraron con un campo minado y lamentablemente solo llegaron a su destino su padre, una hermana, dos hermanos y él. En Hong Kong vivía una tía con su esposo y como es costumbre, bastantes miembros de la misma familia que trabajaban duramente para disfrutar de unas condiciones de vida razonablemente aceptables. Sin embargo, a su padre le preocupaba de que el comunismo que había destruido su sistema de vida en China llegará a Hong Kong, por lo que decidió continuar su éxodo, marchándose a un lugar donde según su opinión “nunca llegaría a triunfar el comunismo ”.

Y no se le ocurrió otra cosa que “¿Guess what?” marcharse a Cuba, pues pensaba que debido a su nivel económico y la cercanía del imperio, nunca sería victima de ese mal. Con la ayuda del clan familiar su padre se trasladó con los hijos supervivientes a Cuba, donde con gran esfuerzo abrió una bodega (tienda de ultramarinos) que fue prosperando, educando a todos los hijos y hasta llegó a comprar una nueva esposa siguiendo el método tradicional Chino, a la que eligió de una selección de fotos, pagando a los intermediarios para obtener su salida de China y el viaje a Cuba. Su nueva esposa le dio dos hijos más.

Volví a ver a Wong cuando el ya trabajaba en una de las empresas “xxxximport” creadas después de la revolución. En ese momento me contó que la maquinaria familiar comenzaba a trabajar de nuevo y que su familia se marchaba de Cuba, esta vez a Canadá, Estados Unidos de América y España, pues le habían expropiado el negocio a su padre, como lo habían hecho con el de su abuelo en China en 1949. Nos reímos recordando la elección que había realizado su padre del “único lugar donde no triunfaría el comunismo”. En ese momento dos de sus hermanos ya habían marchado a Canadá, cruzado la frontera con EUA en un camión frigorífico y estaban trabajando en un restaurante en Filadelfia. Sin duda, la única comunidad extranjera que funcionaba mejor que la China para ayudar a sus compatriotas era la Judía.

La familia de Hong Kong y los dos hermanos ya situados en Filadelfia serían la fuente de financiación de los próximos traslados. Wong me enseñó al menos diez procedimientos para poder comprar divisas utilizando valores existentes en Cuba. Debido a la experiencia que habían adquirido en China, el padre logró trasladar todo su patrimonio al extranjero, pues en cuanto se dio cuenta de lo que sucedía creó una empresa que exportaba productos Cubanos declarando un precio menor y retenía los pagos y a su vez importaba de una empresa creada por el en el extranjero, que aumentaba los precios y pagaba por carta de crédito financiada por bancos nacionales.

Pidió préstamos a los bancos nacionales para adquirir sellos, joyas y otros valores que algunos pescadores le llevaban a las Bahamas el primer año y posteriormente funcionarios diplomáticos extranjeros los transportaban a cambio de una comisión. Cuando se apropiaron de su negocio, los préstamos pendientes con los bancos que también fueron expropiados, eran superiores al valor del mismo.

En 1965 volví a ver a Wong, está vez trabajando en un restaurante Chino en la calle Leganitos de Madrid. Me contó como se podía vivir en Madrid por 1.000 pesetas al mes ( 16,66 dlrs de la época ) alquilando un piso (apartamento) que se llenaba de camas -tres niveles- y los que obtenían un trabajo tenían el derecho a dormir cuando no trabajaban y el resto en turnos de ocho horas por el día. La comida era colectiva y la obtenían de los excedentes, aunque siempre en buen estado, de los restaurantes donde trabajaban.

Me contó que en esos momentos habían tenido una gran suerte, pues estaban filmando una serie de televisión para Hollywood en los alrededores de Madrid, sobre la guerra en Vietnam y como en esa época había pocos Chinos en España, eran los “extras exclusivos”. Me contó que cobraban una fortuna, 1.000 pesetas – libre de impuestos - al día, más un bocadillo y un vaso de sangría ( los refrescos de cola eran más caros que un litro de vino normal ) y cada mes lograban trabajar hasta quince días, lo que cual significaba para los que lo obtenían hasta quince meses de supervivencia.

No volví a encontrarme de nuevo con mi amigo Wong hsta 1974, esta vez en un viaje que hice a Nueva York.

Me contó que, a pesar de que no había muchos Chinos en España, contaban con una organización que ayudaba a los que llegaban de Cuba y otros lugares. Después de un año en Madrid logró comprar uno de los pasaporte que “se perdían”, normalmente a ciudadanos Japoneses y después de cambiar la foto, le servio para entrar en Canadá y desde allí seguir la ruta “frigorífica” a Filadelfia. Con el tiempo y aprovechando las periódicas amnistías obtuvo la residencia.

Aunque solo nos vimos el tiempo de tomar un refresco, me dijo que está vez si que había encontrado el lugar ideal y que no deseaba marcharse de allí. Me confesó que había seguido la costumbre de su padre y que había concertado un matrimonio con una chica que había reclamado, procedente de la misma ciudad donde había nacido. Muy romántico y tradicional, ¿No?. Ya era propietario de tres negocios, un restaurante, una tienda de “fast food” china y una tienda de fotocopia e informática con alta tecnología.

En el verano de 2005, cuando mis recuerdos de mi amigo Wong comenzaban a desvanecerse, me encontraba en la tienda por excelencia de Madrid, en la Puerta del Sol, cuando oí que me llamaban por mi nombre, con un acento entre Chino, Cubano y “neoyorkino”. ¡Sorpresa!, mi amigo Wong, ambos ya con muchas canas. Después de saludarnos nos reunimos a tomar un “café descafeinado” en la cafetería de “la tienda” después de que el le indicara a sus dos nietas, ya adolescentes, que cuando terminaran de arruinarle, se reunieran con el en la cafetería.

Esta vez, debido a que las nietas de Wong se tomaron su tiempo en comprar todo lo que sus tarjetas permitían, tuvimos tiempo para contarnos que había sido de nuestras vidas desde la última vez que nos habíamos visto.

Y de nuevo una sorpresa. Wong me contó que había decidido cambiar de nuevo de “lugar ideal para vivir”. Después de obtener la ciudadanía de los Estados Unidos de América había obtenido la residencia Australiana, donde residía parte del tiempo con su familia. A ahora tenía tres fábricas en China y una en Taiwan. además de los negocios en Nueva York. Había decidido educar a su familia entre Australia y China pues ahora consideraba que debido a los cambios que se estaban produciendo en su país, aunque todavía muy pobres en el plano político, se habían convertido en irreversibles, pues cualquier intento de los miembros del Partido Único por cambiar la nueva economía sería rechazada violentamente, por lo que quería que sus futuros descendientes tuvieran acceso a lo mejor de ambas culturas. Sin embargo, reconoció que sus hijos solo habían aceptado llevar esta nueva vida debido a las oportunidades mercantiles que se les estaban presentando y que tenía todavía grandes dudas de que sus nietos aceptaran el nuevo “sistema ideal”. Aunque entendían el chino, pues lo hablaban en casa, no les sería fácil aprender a leer y escribirlo.

Le pregunté si le había sido difícil comprender los cambios y la forma en que se estaban produciendo. Me respondió que tenia familia de todas las tendencias políticas y que aunque les había tomado muchas horas de dialogo llegar a un acuerdo, las nuevas oportunidades de la economía les había convencido de que para bien o para mal, no había otra alternativa que entenderse.

Me contó que su padre, que todavía vive, se debate entre el odio contra aquellos que decapitaron a su abuelo en presencia de su padre y el deseo de poder disfrutar de la casa familiar que lograron comprar, enseñarle a sus bisnietos los lugares donde vivió de pequeño y que tantas veces les había hablado de ellos y hasta la oportunidad de ser enterrado junto a sus ancestros.

Entre risas, me comentó Wong que la única persona que había decidido no volver nunca jamás a China era su madrastra, que aunque seguía casada con su padre, llevaba una vida independiente y había decidido que no volvería a China jamás, por lo que no saldría de Estados Unidos de América.

Antes de despedirnos e intercambiar nuestras direcciones de e-mail. ¡Maravilloso sistema que permite la comunicación, donde quiera que te encuentres, incluido China! le comenté que desde hacía unos años yo tenía un mini club de “fans” en Beijing que veían mis conferencias vía internet y que se comunicaban periódicamente con su maestro, como me llaman, para hacerme preguntas sobre los temas de las conferencias y muchas veces preguntarme de que parte de España era yo, pues notaban diferencias en mi acento cuando oían hablar a otros Españoles. Mi amigo Wong prometió ponerse en contacto con ellos y ofrecerles becas para asistir a mis videoconferencias.

Wong me comentó que la transformación de la juventud China hubiera sido imposible de imaginar antes de la visita de Richard Nixón y que hoy es la fuerza que está cambiando el país, aunque pagando un precio muy alto para que la siguiente generación sea la más beneficiada.

En cuanto a Cuba, lamentó no estar al día, pero me dijo que las noticias que tenía de algunos amigos Chinos que habían permanecido en la isla no eran muy optimistas. En su opinión, al igual que sucedió en China y España con la muerte de Mao y Franco, no habría cambio permanente mientras los hermanos Castro no fueran “eliminados” por vías naturales o se les aplicara una solución tipo Stalin. Solo a partir de ese momento podría continuar el proceso que comenzó en 1994 con las empresas mixtas y los negocios de autónomos.

En su opinión la única forma de cambiar el sistema es convencer a los jóvenes y el motor que les mueve es la economía de consumo.

Ambos prometimos comunicarnos frecuentemente mediante el medio global de internet y compartimos el deseo de que la nueva juventud Cubana tuviera mejores oportunidades que sus padres.